Epocas de la Colonia. El Orden Virreinal.La Cultura y las Costumbres. La Corona Española y las Elites Coloniales.


Los Virreyes: El siglo XVII, es el siglo del absolutismo en la Historia. Lo tuvieron Francia, Inglaterra y España, y en América las autoridades no eran la representación del pueblo, sino del rey, de quien el Virrey era representante. Para asegurar su independencia, le estaba prohibido tener estancias y labranzas. En el Río de la Plata no existió la pomposa corte de los Virreyes del Perú, porque el estado económico y social no se prestaba para ello. Mas sólo con la creación del virreinato se inició el período de organización de la colonia del Plata, se establecieron las bases de la orientación económica, se organizó la administración y se definieron los límites del futuro Estado, pues ya eran evidentes las resistencias del Alto Perú, Chile y Banda Oriental a subordinarse a Buenos Aires.
Entre los hechos que fueron conmoviendo el organismo político virreinal, se puede señalar los siguientes: el cabildo abierto de 14 de Agosto de 1806 y la Junta de Guerra de 10 de Febrero de 1807, que dejaron en suspenso al Virrey Sobremonte, acto con que se inició la crisis del derecho político de Indias; la segregación de Montevideo, que constituyó gobierno propio en 1808; la asonada del 1º de Enero de 1809, con la que se intentó derribar al Virrey Liniers; y, en fin, las revoluciones de Chuquisaca y La Paz, el 25 de Mayo y el 16 de Julio de 1809, respectivamente.
El Virrey Cevallos aplicó una serie de reformas fundamentales. Prohibió extraer metales para Lima, iniciando así una política de reacción contra las pretensiones del Perú. A fin de evitar las pérdidas de trigo originadas por el desorden que se advertía en el trabajo, reglamentó las faenas de los peones. La medida fundamental de su gobierno es el auto de 1777 para el comercio libre, por el cual se abrió el puerto de Buenos Aires. La acción del Virrey Vértiz, que le substituyó, fue variada e intensa. Durante su gobierno se inició un período de renovación. Sabiendo que vagaban tribus indígenas entre los ríos Paraná y Uruguay, no mandó ejércitos, sino colonizadores, para que fundaran pueblos, naciendo así Gualeguay, Concepción del Uruguay y Nogoyá.
Respondiendo a un mandato de la Corte, durante el gobierno de Vértiz se hicieron importantes exploraciones en la Patagonia por Francisco, Antonio y Andrés Viedma, Juan de la Piedra y el piloto Villarino. Para poblar esos territorios se trajeron de España familias castellanas, asturianas y gallegas, que al abandonarse la empresa fueron destinadas a los pueblos fundados en Buenos Aires, Entre Ríos y la Banda Oriental.
En tanto, hasta fines del siglo XVI la ausencia de moneda metálica era casi total en el Río de la Plata. En 1618 se estableció que a los efectos del pago de impuestos y tributos las monedas de la tierra serían especies, pero la especie monetizada sufrió una desvalorización, porque se dispuso que el peso, que representaba ocho reales plata en toda América, sufriera en el Río de la Plata una depreciación de una cuarta parte. En Potosí existía la Casa de la Moneda, que pasó a depender de Buenos Aires al crearse el virreinato.
La Cultura y Las Costumbres: Los Reyes Católicos pusieron todo su empeño en convertir al catolicismo a los aborígenes y llegaron hasta dictar una disposición jurídica que honra a la metrópoli: la de que los indios eran libres e iguales a los españoles. Como la obra de conversión exigía ingentes sumas, obtuvieron la bula de Alejandro VI que concedía a los soberanos las rentas de los diezmos para sostener las iglesias en el Nuevo Mundo.
Las órdenes religiosas, de franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas, se dedicaron particularmente a la enseñanza. Los jesuitas desarrollaron una acción militante, fundaron las «misiones» y no fueron superados en punto a sacrificios para civilizar a los indios.
La enseñanza secundaria de cultura general, filosófica y teológica, se daba en Buenos Aires en el Colegio de San Carlos. En Córdoba existía el Colegio de Montserrat, de los jesuitas, del cual los alumnos pasaban a la universidad, establecida también en Córdoba. Cuando los jesuitas fueron expulsados en tiempos de Carlos III, pasó a manos de los franciscanos (1767).
El primer periódico fue el Telégrafo Mercantil, Rural, Político económico e historiógrafo del Río de la Plata, que apareció el 1º de Abril de 1801 bajo la dirección de Francisco Antonio Cabello y Mesa. No tardaron en publicarse otros.
En cuanto a la sociedad del Plata, se formó con el aporte de las razas indígenas, la negra y la blanca europea, que al mezclarse confundieron también sus creencias y civilizaciones. España protegió los matrimonios de los españoles establecidos en América con los naturales. Los hijos de españoles se llamaron criollos; los de blanco e india, mestizos y los de blanco y negra, mulatos.
Dentro de la ciudad destacaba en primer plano la aristocracia de los funcionarios. Lo demás era pueblo, pero existía una clase media de artesanos y mecánicos. Según un censo de 1744, Buenos Aires tenía 10.056 habitantes, y la campiña, 6.035, de ellos 186 propietarios. El censo de 1778 dio a la ciudad 24.083 almas y a la campiña 9.439.
En la campiña vivían los indios, mestizos y españoles, que poseían tierras y que explotaban el ganado. El hombre del campo, el «gaucho», vivía en lucha abierta con la Naturaleza.
A principios del siglo XVI el rey ordenó que los casados llevasen sus mujeres a América, y no pocas llegaron a ejercer cargos de importancia, como doña María de Toledo, que fue virreina de las Antillas; Juana de Zárate, que obtuvo por herencia el título de adelantado; Isabel Manrique y Aldonzi de Villalobos, que fueron gobernadoras de la isla Margarita; Beatriz de la Cueva, que por elección del cabildo rigió a Guatemala; la mujer de Hernando de Soto, a la cual se encomendó el gobierno de Cuba, e Isabel Barreto, caso único de almiranta.
Hasta principios del siglo XVIII la vida de la colonia fue pobre y sencilla. Con el desarrollo del comercio y de la ganadería comenzaron a formarse las fortunas privadas. A mediados del siglo había ya verdaderas fortunas.

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