IFIS Deuda Externa y Dependencia Economica. La hipocresía de las “ventajas comparativas”, el libre comercio.CRITICAS Y AUTOCRITICAS, A Y DE LAS, INSTITUCIONES FINANCIERAS INTERNACIONALES


IFIS Deuda Externa y Dependencia Economica. La hipocresía de las “ventajas comparativas”, el libre comercio.
CRITICAS Y AUTOCRITICAS, A Y DE LAS, INSTITUCIONES FINANCIERAS INTERNACIONALES

Sin dudas, el objetivo mas importante, y que no se encuentra declarado por las IFIIS, es asegurar que los recursos de los países «en desarrollo» continúen fluyendo hacia las naciones «desarrolladas» económicamente ricas, que en el proceso se enriquecen aún más – mientras los países «en desarrollo» se siguen empobreciendo. Hasta ahora las IFIs han tenido gran éxito, tanto en lograr este objetivo, como en mantener la ilusión de un futuro al estilo occidental para el sur.
El financiamiento ofrecido por todas esas instituciones –que falsamente aducen ayudar a los países a «desarrollarse»– ha provocado un empobrecimiento y una destrucción ambiental generalizada, a la vez que ha aumentado la deuda externa y la dependencia de los países del Sur.
“Lo que la gente y el ambiente necesitan, entre otras cosas, impulsar el desarrollo de las comunidades, establecer impedimentos claros a la inversión privada destructiva, asegurar el libre acceso de todos al agua, la asistencia de la salud, la seguridad social, la educación. En la medida que las IFIs empujan en la dirección contraria, resulta claro que no son parte de la solución de los problemas del mundo sino un actor de primera línea en agravarlos. Son herramientas utilizadas por los poderosos en contra de aquello que la gente y el ambiente necesitan es exactamente lo opuesto: entre otras cosas, impulsar el desarrollo de las comunidades, establecer impedimentos claros a la inversión privada destructiva, asegurar el libre acceso de todos al agua, la asistencia de la salud, la seguridad social, la educación. En la medida que las IFIs empujan en la dirección contraria, resulta claro que no son parte de la solución de los problemas del mundo sino un actor de primera línea en agravarlos. Son herramientas utilizadas por los poderosos en contra de aquéllos a quienes han quitado poder a quienes han quitado poder.”(4)
La desigualdad en la distribución de votos en las IFI es determinante para ejercer el control. La representación en el directorio ejecutivo está basada en la proporción de los fondos aportados. La estructura de las IFI se basa en la ponderación del voto, donde no opera el criterio de un voto por país sino que está condicionada al monto de dinero invertido por cada país miembro. La trascendencia del voto básico que se asigna a todos los miembros ha disminuido en proporción al número de votos asignados según el poder económico de cada país. La pérdida de valor del voto básico ha inclinado la balanza del poder en favor de los países industrializados. En la medida en que este «factor de equidad» ha ido perdiendo importancia, la asignación de votos se ha aproximado cada vez más a una relación de «un dólar, un voto».(5)

Una vez atrapados, los países endeudados tienen que cumplir con el pago de su deuda financiera a expensas de su propia economía, desviando recursos de otras áreas, por ejemplo de programas sociales y ambientales.
Las IFI se relacionan de esta forma con el círculo vicioso de la deuda externa sobre el que se construye la dependencia. Por medio de esta dependencia, las naciones poderosas pueden imponer sus condiciones, imponiendo las políticas que deben seguir los gobiernos si quieren recibir los préstamos.
Entre las medidas que incluye la receta de políticas de las IFI están los programas de ajuste estructural (PAE) para recuperar la estabilidad macroeconómica en el corto plazo. Los PAE conllevan un paquete de políticas económicas diseñado para solucionar los desequilibrios de los países en el comercio mejorando su balanza de pagos, a través del incremento de las exportaciones y la reducción de las importaciones. Por lo tanto, los países del sur se han embarcado en la extracción intensiva de recursos naturales y en actividades de monocultivo orientadas a la exportación (los llamados productos básicos o «commodities»), también para generar las divisas necesarias para pagar la deuda externa. Otras políticas adicionales han forzado a los países a abrir sus economías nacionales a las compañías transnacionales que invierten en la explotación de los recursos naturales de los países.
FMI – BM – OMC: al servicio del libre comercio.
• El desarrollo está asegurado por un incremento económico sostenido
• Sin embargo el incremento necesita el libre comercio (libre circulación de las mercancías y capitales financieros), y de la integración de los países en los intercambios internacionales
• Necesidad de una liberalización sin trabas
• Implica privatizaciones, flexibilidad del trabajo. Es decir la sumisión a las leyes naturales del mercado
• Esto tendrá como efecto el aumento del desarrollo económico, un pleno empleo, el aumento de los ingresos, y consecuentemente del desarrollo en general
• Se cierra el círculo.
Según la teoría de las “ventajas comparativas”, el libre comercio tendría que ser ventajoso a todas las partes en presencia, estimulando con la competencia las economías menos eficientes e incentivando a los socios para que se especialicen en las producciones, en las cuales son más competitivos. En realidad, y esto lo muestra la historia económica, cuando dos actividades de producción – con grandes diferencias de productividad – se encuentran en competencia directa, la más fuerte no estimula a la otra: la aplasta.
La desregulación al final es la regulación pero unilateral de los mercados por el capital dominante originado, como de casualidad, por los países promovedores del sistema.
En realidad, la función de la OMC es de hacer competir todas las economías del mundo. Pero ¿Cómo países como Níger o El Salvador pueden rivalizar con los EEUU o Europa Occidental? ¿Como pequeños productores locales y empresas públicas privatizadas recién podrían practicar el » libre-comercio » a igual con las trasnacionales?.

Hoy en día, cada vez más voces se elevan en contra del sistema en aplicación, y las mismas Instituciones Internacionales no se quedan atrás:
• Las agencias especializadas de la ONU (OIT, UNICEF, PNUD, Comisión de los Derechos Humanos de la ONU, etc.) ya no titubean en enunciar críticas severas sobre las instituciones de Bretton Woods. Referirse, por ejemplo, al informe del experto independiente de los PAS y del informador especial sobre la cuestión de la deuda exterior de la comisión de los DDHH de la ONU (E/CN.4/2000/51): » Durante casi 20 años, las instituciones financieras internacionales y los gobiernos de los países acreedores han seguido un juego ambiguo y destructor consistiendo en controlar a distancia las economías del Tercer Mundo así como imponer a países impotentes unas políticas económicas impopulares, pretendiendo que la amarga píldora del ajuste macro económico terminaría por permitir a estos países de encontrar el camino para salir de la deuda y llegar a la prosperidad. Después de dos decenas, en muchos países, la situación es peor que cuando empezaron a ejecutar los programas de reajuste estructural del FMI y del Banco Mundial. Estos programas de austeridad rigorosa han tenido un costo social y ecológico considerable…».
• James Wolfensohn, Presidente del Banco Mundial también tiene su visión autocrítica: «El momento no está para la autosatisfacción, sabiendo que hay todavía 3 mil millones de personas viviendo con menos de dos dólares al día, que la diferencia se cava cada día más entre ricos y pobres, que los bosques desaparecen de aproximadamente una media hectárea por segundo, que 130 millones de niños todavía no están escolarizados, que 1.5 mil millones de personas viven sin agua potable y que 2 mil millones no tienen acceso a ningún sistema de saneamiento»(6)
• Joseph Stiglitz, economista de tendencia keynesiana y vicepresidente del BM de 1997 a 2000 tuvo que renunciar en noviembre 1999, bajo la presión de Larry Summers, Secretario americano al Tesoro. Stiglitz había sido desde inicios de 1998, atacado por el famoso «Consenso de Washington” , este catálogo de recetas neoliberales impuestas a los países sometidos al ajuste estructural. Sin embargo, este «Consenso» se había vuelto la Biblia de las dos instituciones financieras.
«Es inquietante constatar que el FMI incentiva una política antes de que cualquier estudio haya demostrado su eficacia: la mayoría de las investigaciones demuestran que la liberalización financiera crea inestabilidad y no tiene un impacto significativo sobre el crecimiento económico. Ninguna pudo demostrar el contrario. La actitud del FMI entonces no es más que ideológica»(7).
• Informe Meltzer 2000: profesor de economía política en la Universidad de Carnegie Mellon, en los EEUU, redactó un informe para el Congreso americano en una comisión de control de las IFIS, nombrada por el Congreso de EEUU y a cargo de la reconsideración del papel de siete IFIS: el FMI, el grupo del BM, el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Africano de Desarrollo, la OMC y el Banco de Pagos Internacionales.
El informe es abrumador en cuanto al BM y el FMI. Insiste entre otras cosas, sobre el hecho de que 65% a 70% de los programas del Banco Mundial en los países en Desarrollo ha llevado estos países al fracaso. La conclusión que la Comisión sacó de esto fue que con este porcentaje de fracaso el BM no tenía un papel significativo en la lucha contra la pobreza. La Comisión propone entonces de transferir algunas actividades a los Bancos Regionales de Desarrollo.
En cuanto al FMI, la Comisión observó que no sabía nada del desarrollo y que debía concentrarse en sus actividades originales de apoyo temporal al balance de los pagos, de vigilancia de las tazas de cambio, etc. En realidad, detrás de estas recomendaciones se perfila la idea de abolición de las instituciones, como lo notaba uno de los miembros de la Comisión.

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